viernes, 31 de octubre de 2014

90 minutos y 50 sombras.. Un amor intenso y sin compromisos

90 minutos no puede durar el amor..

Cada esquina del parque lleva su perfume de rosas nuevas como las de su pequeño jardín.
En cada rincón de la sala principal, el olor a recuerdos, a tardes de ropa fresca y piel húmeda.
Cada pedazo de la carretera escrita a golpe de besos, caricias y celos.. Y cada curva del camino, dibujaba su figura larga y esbelta, tersa y deliciosamente única.

La señorita del peaje saco de su largo letargo a Esteban por el ticket de pago. Terminó despertando del todo por el claxon del auto de atrás, con el conductor contrariado y apurado, por una reunión en Mancero, ciudad cercana a la capital. Ese tío cortó de un tajo la delgada hilera de pensamientos que Esteban sacaba de su mente cada vez que sonaba una nueva canción en la radio.

Faltaba poco para el atardecer y debía llegar a su lugar favorito para disfrutarlo, desde ese mirador en la bahía, el mar brumoso blanquiazul y al frente aquellos edificios y la gran cruz, todo de blanco igual, con el puente mas al fondo. Sin duda, el mejor atardecer que ha disfrutado hasta entonces.
Había dejado de fumar hace muchos años, pero a esa hora del día añoro un buen vino y un cigarro, con ropa blanca de hilo holgada y descalzo, caminando por la playa mirando ese cielo amaranto, adornado con el vuelo de piqueros de patas azules y sus nidos en aquellos peñascos afilados al final de la punta.


No en vano Adela lo había marcado tan profundo. Ella, ya ausente, no pudo soportar quizás tanto amor a mil por hora que Esteban la colmaba y tanto, que la saturó al final. Tanto a veces no es lo mejor.. Pero el no comprendió nunca esos mensajes. Necio enamorado, solo se dio sin reparos.

En sus vidas aun convivían fantasmas pasados. Creo que por eso se comprendían mas.
Cada vez que sus miradas se encontraban no veían sino desnudas sus almas y se entregaban sin reservas. Eso ahora era evidente, en la soledad, en la lejanía y hasta en ese mal humor sin razón. Añorar era cuestión de segundos..

Aunque ellos se lo negaran en su mente y al otro, sabían muy dentro de sí, que su amor perduraría intacto a pesar de las trampas y desamores, pasiones de recreo y desengaños pasajeros. Mas, todo podía ser, como no.. El tiempo lo diría. El tiempo cura todo.

Mientras tanto y luego de pasar huracanes y palabras hirientes entre los dos, a Esteban le queda el silencio, soltar amarras, dejar ir aunque sentía morir. Dejar que ella pruebe la vida y sus rabiosas vueltas, todo lo que ella anhelaba, sea bueno y no tanto.. Con besos usados, quizás en otros brazos y labios ansiosos.

"Te quiero mucho y bien compréndelo te quiero mucho, con toda intensidad te necesito, que yo te digo la verdad.. Y pido sin cesar que no me dejes. Hoy que ya te encontré, pues quiero amarte, quiero amarte.." rezaba la canción a medio volumen.

La tarde en su ocaso, donde ya aparecían los primeros destellos de la noche, le anticipaban horas de insomnio, remembranzas, de sonrisas y añoranzas, de manos arañando el colchón, de meditaciones inconclusas.
Imaginar respirando nuevamente el aroma de su vientre terso y ese cabello largo azabache que Adela cepillaba y cuidaba frente al espejo y el, observándola extasiado. Aún no terminaba de leer ese primer libro de moda para aquellos asiduos adictos o adictas a las feromonas, 50 sombras.. Para ellos, era un juegos de niños. Quedaban corto a su imaginación, de egolatría y pasión, de pasajes vividos escritos a punta de besos y mordiscos, de promesas y éxtasis, con palabras al oído, en la punta de los dedos en cada centímetro recorrido de su Adela.. solo de el.

Siguió su andar, apretando el acelerador y apagando la radio y su mente, de vuelta a la realidad.
Darle las gracias a ella por todo y por tanto, se convirtió en algo pendiente..
Marzo queda a la vuelta de la esquina.

El universo es perfecto. Esa, una noche de bohemia.